Mujer, el mundo espera.
la misma primavera sangra cada mayo.
Relojes con ojeras
recorren las aceras,
te miran de soslayo.
Al pie de tus caderas
amor es la frontera entre quimera y rayo.
Caballos de madera
deponen sus banderas,
se vuelven tus lacayos.
Será que de regreso a la razón
pagamos con exceso el corazón,
que soy herido ileso y mi canción envenenada.
Con malas compañías
gasté toda mi suerte para conocerte.
El mundo que traías
en las manos vacías
bastó para quererte.
Tristeza de tranvías
fugaces como días sin volver a verte.
Las mismas manos frías
en otras geografías
busqué por devolverte.
Será que de regreso a la razón
pagamos con exceso el corazón,
que soy herido ileso y mi canción envenenada.
Juan Barrios